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Channel: Comentarios en: Efectos primarios y secundarios
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¡Sea un ‘mensch’!

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Hace poco vi por enésima vez El apartamento (1960), la película de Billy Wilder que es algo así como el testamento de la comedia romántica del Hollywood clásico. Siempre me había llamado la atención cómo su ritmo acelerado bajaba de vueltas a mitad de metraje; la sucesión frenética de entradas y salidas del apartamento de Baxter se estrellaba contra lo que en restrospectiva era inevitable (una tentativa de suicidio), y la recuperación de la trama es lenta y el pulso nunca vuelve a ser el mismo*. Esta vez me fijé especialmente, en guardia como estaba, en la escena en cuestión, y además de no sentir que la película perdía un poco de fuelle, descubrí que era fundamental.

C.C. Baxter (un Jack Lemmon pletórico de facultades) sería el perfecto hombre cualquiera de la urbe moderna si no fuera por sus extraordinarias bondad, actitud complaciente rayana en la sumisión y propensión a resfriarse muy por encima de la media. La segunda le ha costado que su apartamento sea el picadero clandestino de sus jefes, y la cosa se le ha ido de madre: Baxter es incapaz de decir que no y el boca-oreja ha llegado hasta el jefe de sus jefes, el señor Sheldrake, el cual, enterado del asunto, le dice con gran formalidad que el apartamento bien puede acoger a otro inquilino. Baxter está muy de acuerdo con el señor Sheldrake, y recibe con agrado los ascensos que su connivencia le consigue. A todo esto, Baxter se ha enamorado locamente (¿hay otra formade hacerlo?) de la señorita Kubelik (Shirley MacLaine), y cuál es su sorpresa cuando descubre que es precisamente la señorita Kubelik la querida de Sheldrake. Roto y solo en Nochebuena, Baxter hace algo impropio de su carácter y se trae a casa a la señora de otro. Y es aquí donde empieza la siguiente escena (con subtítulos en español para quien los quiera activar):

Desde el momento en que Baxter descubre a la señorita Kubelik moribunda en su cama** hasta la reprimenda del Doctor Dreyfuss, pasan, apróximadamente, siete minutos y medio. En todo ese rato (porque siete minutos y medio en Hollywood son un buen rato) el único avance de la trama es el conocimiento de Kubelik de que el apartamento es de Baxter. Ese tiempo la película lo dedica a los personajes: Kubelik recibe un lavado de estomago, un pinchazo, un buen número de guantazos y otra serie de auxilios (que salvo por el lavado, que ocurre fuera de plano, son muy realistas) mientras Baxter la observa retorciéndose de angustia. Así, lo que podría haberse resuelto en un fundido a la mañana siguiente humaniza la película. Hace que entendamos, al tiempo que Baxter, por qué no puede seguir prestando su apartamento y aceptando esos ascensos, por qué debe ser un mensch***.

* Ese mismo año otra película de Hollywood llevaría esa polaridad narrativa al extremo asesinando a su protagonista a los 45 minutos de empezar.

** La naturalidad para pasar de la comedia al drama es envidiable: Baxter para el tocadiscos y termina el vodevil.

*** En inglés original el Doctor Dreyfuss explica que un mensch es “un ser humano”.


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